Además de la infinidad de museos que alberga (sobre arte, historia, arqueología, ciencia, etc.), Alentejo es en sí mismo una visita obligatoria para todos los amantes de la cultura. No hay más que pasear por las calles de sus localidades para admirar, a través de magníficos puntos de interés como los castillos fortificados de Marvão, Monsaraz o Mértola, toda la historia que albergan.
Mención aparte merecen Évora y Elvas, dos ciudades clasificadas como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. En la primera se pueden visitar su famoso templo romano y el monumento megalítico de crómlech de los Almendros, entre otros; la segunda, que se encuentra a pocos kilómetros de la frontera con España, alberga la mayor colección de fortificaciones-baluarte del mundo.
Que la gastronomía es uno de los fuertes de Portugal no es ningún secreto y esto se acentúa en el Alentejo, famoso por su típica açorda alentejana, sus pescados y mariscos de la costa, sus quesos artesanales y, sobre todo, por una elaboración sostenible de la tierra hasta la mesa.
Pero, si hay algo de la cocina regional por lo que realmente es conocido este destino, es el vino -no en vano es la Meca del enoturismo-. Con más de 22.000 hectáreas de viñedos y 260 productores, la zona cuenta con hasta ocho lugares Denominación de Origen: Portalegre, Borba, Redondo, Reguengos, Vidigueira, Évora, Granja/Amareleja y Moura.
Además del vino, hay otro producto de la tierra que atrae a muchos turistas y que merece también mención aparte: el aceite. El olivoturismo está cada vez más de moda y en el Alentejo se pueden visitar las fábricas más importantes del sur de Portugal.
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