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El trabajo de los veterinarios, decisivo para garantizar la inocuidad y seguridad de los alimentos

El trabajo de análisis y control que realizan los veterinarios en todos los eslabones de la cadena es decisivo para evitar enfermedades de transmisión alimentaria y garantizar la inocuidad y seguridad de los alimentos y bebidas que llegan a la mesa de los consumidores.

Así lo destaca la Organización Colegial Veterinaria (OCV) en el Día Mundial de la Inocuidad de los alimentos, que se celebra cada año el 7 de junio, en el que subraya que en todas las fases de la cadena alimentaria -desde la producción, transporte y sacrificio hasta la distribución- hay un profesional veterinario para asegurar que los alimentos llegan a los consumidores con todas las garantías sanitarias.

“Uno de los principales desafíos de la profesión veterinaria es salvaguardar la salud pública, y la seguridad alimentaria, uno de sus pilares fundamentales”, señalan desde la OCV, ya que “los consumidores están expuestos a riesgos tanto biológicos como químicos a través del consumo de alimentos”, lo que pone de manifiesto la necesidad de contar con profesionales capacitados para reducir o eliminar estas amenazas.

Entre las principales tareas que desarrollan los veterinarios para asegurar la inocuidad de los alimentos destaca la supervisión de los productos en la recepción y almacenamiento; la evaluación del envasado y etiquetado según la normativa; la recopilación, elaboración y envío de muestras al laboratorio para su análisis;  la identificación de condiciones insalubres en las instalaciones de comercialización y almacenamiento; y la realización de inspecciones en los establecimientos de comercialización de los alimentos.

Los contaminantes ambientales, las toxinas naturales y los metales pesados se encuentran dentro de las sustancias químicas tóxicas que, tras una larga exposición, pueden llegar a provocar problemas hormonales, trastornos neurológicos o enfermedades como artritis o cáncer, por eso es fundamental certificar que los alimentos y bebidas llegan libres de microorganismos y sustancias químicas tóxicas.

Entre los microorganismos de transmisión alimentaria más comunes y que conllevan un mayor riesgo están las bacterias, como la Salmonella, o el Campylobacter; los parásitos, como la Trichinella; y los virus como la Hepatitis A o los Norovirus.