Hay cócteles que no solo se beben, se viven. Detrás de cada uno hay un gesto, un secreto o una historia que ha sobrevivido al paso del tiempo. Desde la forma en que se sirve hasta el porqué de un ingrediente, los grandes clásicos que todos conocemos esconden rituales que hablan tanto de quienes los crearon como de quienes los disfrutan.
En Italia, por ejemplo, el Negroni se considera casi una ciencia exacta. Se sirve siempre sobre un hielo grande y cristalino, no solo por estética, sino para conservar intacto su equilibrio de sabor. En el París de los años veinte, un oficial americano llegaba cada tarde al Harry’s Bar en su motocicleta con sidecar, y fue allí donde los bartenders idearon una mezcla fuerte pero refinada que acabaría heredando el nombre de su vehículo: el Sidecar, un cóctel con elegancia atemporal, sigue sabiendo a otra época.
También hay historias que parecen pequeñas leyendas. Como la del Margarita, donde la sal del borde de la copa no es simple adorno, sino que activa las papilas gustativas y potencia los aromas cítricos y herbales del cóctel. Un detalle que cambió para siempre la forma de entender la coctelería. Y es precisamente el Cointreau, corazón del Margarita original, quien aporta ese equilibrio perfecto entre dulzor y frescura que lo convierte en un icono universal.
Al otro lado del mundo, en la California de los años cuarenta, nació el Mai Tai, cuyo nombre viene del tahitiano, que significa “muy bueno”. La exclamación espontánea de un cliente al probarlo por primera vez dio origen a toda una corriente estética: los bares tiki, con luces cálidas, palmeras y escapismo en cada copa.
El Martini, por su parte, tiene raíces italianas, pero fue en Estados Unidos donde se transformó en símbolo de elegancia minimalista. Muy lejos de ahí, en las calles de La Habana, el Mojito representaba justo lo contrario, la frescura del caos perfecto. Hierbabuena, ron, azúcar y lima como metáfora de un Caribe que se vive con los cinco sentidos.
Y entre historia y tradición, también hay curiosidades que sorprenden. En Texas, por ejemplo, existe una ley que prohíbe beber más de tres sorbos de cerveza mientras se está de pie. Un recordatorio de que los rituales del bar, brindar, sentarse, mirar, saborear, también son parte de la cultura.
El arte de brindar
Cada cóctel, en el fondo, es una forma de arte. Detrás del hielo y los cítricos, de los aromas y los colores, hay una búsqueda constante del equilibrio. Y es ahí donde reside la magia, en transformar lo cotidiano en experiencia.
Y si cada cóctel cuenta una historia, la próxima está a punto de escribirse. Muy pronto, Cointreau desvelará su nueva edición limitada Cointreau Cocktail Journey 2025: un homenaje líquido a tres iconos que marcaron la historia de la mixología...
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