Tips para que los cambios de hora y de estación no cambien también tu sueño
Aunque cada día más personas tienen problemas para dormir, hay que diferenciar dos tipos de insomnio: insomnio crónico e insomnio transitorio o estacional. El primero hace referencia a aquellos trastornos que duran al menos seis meses y se trata de un problema que afecta a casi un 10% de la población adulta, mientras que el estacional se estima que afecta a entre el 30 y 40% de la población y son los episodios que duran entre 3 y 4 semanas y se incrementan en invierno debido, en gran parte, a la disminución de las horas de luz.
Con la llegada del otoño, nuestros ciclos de sueño pueden verse alterados debido a las horas de luz, una situación que se acentúa con el cambio al horario de invierno. Pasamos de 12 horas de sol a un máximo de 9, lo que hace que el ritmo circadiano y nuestras rutinas diarias se vean alterados, al igual que los niveles de hormonas relacionadas con los ciclos de sueños como la melatonina y la serotonina, pudiendo ocasionar trastornos en el sueño, cansancio y dificultad para levantarse.
Además de la falta de luz, hay otros factores que pueden empeorar el insomnio como el desánimo producido por el mal tiempo y el frío o el estrés propio de la vida diaria.
Para recuperar estos episodios de falta de sueño y que no se conviertan en nada más grave, podemos modificar nuestros hábitos y optar por complementos naturales. Entre los primeros destaca cuidar la higiene nocturna; generar una rutina previa a dormir; evitar las siestas; no consumir alcohol, café ni alimentos copiosos, etc.
Y, dentro de los segundos, podemos tomar infusiones relajantes o complementos a base de melatonina, para ayudar a regular nuestro ritmo circadiano, como LAVIGOR SOMNIPLANT, el complemento alimenticio que facilita la inducción y consolidación del sueño, favoreciendo un descanso reparador. Además, contribuye a aliviar la sensación subjetiva de desfase horario o jet lag. Entre sus principios activos naturales, destacan:
Melatonina: es un regulador endógeno del sueño. Se trata de una hormona producida en el cerebro, cuya síntesis y liberación se estimula por la oscuridad y contribuye a la reducción del tiempo necesario para conciliar el sueño. Cuando llega la noche y el ojo deja de captar la luz, la retina manda estímulos al cerebro, iniciando la liberación gradual de esta hormona que se ha sintetizado previamente. Está involucrada en el ritmo biológico que controla los ciclos sueño-vigilia, las fases y la calidad del sueño, la recuperación corporal durante la noche y la adaptación al clima y a las diferentes estaciones del año.
GABA: es un neurotransmisor inhibitorio. Actúa como un freno de los neurotransmisores excitatorios que llevan a la ansiedad. Protege de la sobreexcitación neuronal por lo que está indicado en casos de insomnio y ansiedad.
Pasiflora: tiene acción ansiolítica, hipnótica suave, relajante muscular y espasmolítica.
Amapola de California: planta con acción sedante y analgésica.
Espino blanco: conocido por sus propiedades beneficiosas sobre el corazón y por su actividad ansiolítica.
Vitaminas del grupo B (B1, B6 y B12): ejercen distintas funciones sobre el sistema nervioso, como colaborar en la transmisión de los impulsos nerviosos (B1); intervenir en la síntesis de neurotransmisores como la serotonina, dopamina, adrenalina, noradrenalina y GABA (B6) o contribuir al desarrollo del sistema nervioso (B12).
Sal nº 5: la “sal de los nervios” está indicada en las afecciones del sistema nervioso, ya que ayuda a calmar los estados de ansiedad. Está indicada en el insomnio provocado por alteraciones nerviosas y se emplea en el manejo del estrés y en estados de agotamiento mental y físico.
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