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Qué es el time restricted eating (TRE), con Meritxell Massons, nutricionista de Neolife Sincronización de las comidas, cómo evitar el jet lag metabólico

Nuestro organismo se rige por los llamados ciclos circadianos, que son procesos biológicos que tienen lugar en un periodo aproximado de veinticuatro horas y que funcionan a modo de reloj interno. Este reloj marca los momentos del día en los que el metabolismo, las hormonas y la digestión funcionan mejor. Pues bien, desde Neolife, la nutricionista Meritxell Massons nos propone resetearlo. Es decir, acortar el número de horas en el que estructuramos y programamos nuestras comidas con el fin de fortalecer nuestro metabolismo y optimizar la producción hormonal y la digestión, lo que se traduce en estos beneficios: la mejora de la energía, del estado anímico, del sueño, y cómo no, de nuestro peso.

La clave de esta sincronización de las comidas está en el procesamiento orgánico de la insulina, la producción de enzimas digestivas y el consumo de energía, que son diferentes en la mañana y en la noche.  En este sentido, desde estos centros especializados en medicina antienvejecimiento, destacan los siguientes aspectos a tener en cuenta

  • Ingerir el grueso de las calorías diarias antes de las 15:00 horas favorece el control del peso.

·Las cenas tardías (después de las 22:00 h) se asocian a mayor acumulación de grasa y peor descanso.

·Respetar horarios regulares de comida ayuda a mantener el equilibrio del ritmo circadiano y del apetito.

Lo que nuestro organismo espera,  asegura la nutricionista, es comida durante el día y descanso por la noche. Si rompemos el patrón, se genera un jet lag metabólico, que no sólo nos hace engordar, sino que influye en nuestros marcadores de salud a largo plazo. ¿Y cuál es la propuesta?

El llamado “time restricted eating” (TRE) o alimentación restringida en el tiempo propone concentrar todas las comidas dentro de una ventana diaria de entre ocho y doce horas. Es decir, si el desayuno es a las 8:00 h, la cena no debería ser más tarde de las 20:00 h.

A esta propuesta horaria, se suman los siguientes consejos:

1.                      Desayunar temprano y hacerlo de manera equilibrada, tomando alimentos ricos en proteínas, fibra y carbohidratos complejos. Además de aportar más energía, mejoraremos nuestra concentración.

2.                      Evitar saltarse el desayuno, porque podría alterarse el equilibrio de la glucosa y aumentar más tarde el apetito.

3.                      Cenar ligero para favorecer un descanso profundo. Durante la noche, el metabolismo se ralentiza y la digestión es menos eficiente.

4.                      Realizar la última comida del día entre dos y tres horas antes de acostarnos. Una cena copiosa o tardía puede traducirse en indigestión, sueño de mala calidad y acumulación de grasa.

Se trata, finaliza Meritxell Massons, de una estrategia simple y efectiva, que aporta salud y nos mantiene en el peso adecuado.  No consiste en ayunar sin control, sino de regularidad y una buena selección de los alimentos. Ahora bien, matiza, las personas con alguna patología médica o con una demanda más elevada de energía deben consultar al especialista antes de poner en marcha esta estrategia.