• La corteza del queso es muy importante para la conservación y protección del queso, así como el desarrollo de sabor y textura. • Algunos de los quesos de Quesos TGT tienen la corteza comestible debido a su composición y proceso de afinado durante su maduración.
La corteza del queso es la capa exterior que protege al queso y contribuye al desarrollo de su sabor y textura. Existen varios tipos de corteza de queso, cada una con características distintas que determinan si son comestibles o no.
¿Por qué algunas cortezas se pueden comer y otras no?
Debido a su composición y proceso de afinado durante la maduración, algunas cortezas son comestibles. Según afirma Gema Barceló, responsable del departamento de calidad de Quesos TGT, los materiales aplicados a la corteza determinan si esta es comestible o no. Algunas cortezas se forman de manera natural durante el proceso de maduración, mientras que otras pueden ser artificiales hechas de cera, parafina, pinturas o plástico, materiales no comestibles que se utilizan para proteger el queso durante su almacenamiento.
Además, algunas cortezas se lavan o se tratan con salmuera, rémelo o diferentes alcoholes, (como vino o cerveza entre otros), o incluso especias.
Tipos de corteza: ¿cuáles son comestibles?
La amplia selección de quesos de Quesos TGT, presentan distintos tipos de corteza, pero ¿cuál de los quesos nos podemos comer su corteza?
Cortezas naturales: en el proceso de afinado durante la maduración, la corteza se forma de manera natural por la exposición del queso al aire, permitiendo el desarrollo de mohos y bacterias que contribuyen al sabor. Este tipo de corteza puede ser habitual encontrarla en quesos como Ronkari del roncal o El Galán manchego de Quesos TGT. Aunque su dureza y sabor fuerte no la hacen muy recomendable para comer.
Corteza florida de moho blanco o azul: los quesos blandos y cremosos, como el rulo de cabra y un queso azul como Roncari Blue de Quesos TGT desarrollan una corteza natural de moho durante la maduración, que añade mucho sabor. Esta corteza es completamente comestible y aporta un sabor característico al queso.
Corteza lavada: este tipo de corteza se desarrolla mediante lavados regulares con salmuera, cerveza, vino u otros líquidos durante la maduración. Con esta técnica, se fomenta el crecimiento de bacterias, que la convierte en una corteza húmeda y de fuerte aroma, propia del queso Comté, Gruyère o la Tête de Moine. Aunque esta corteza es comestible, su fuerte aroma y sabor, puede que no sea de agrado de todos.
Cortezas de cera o parafina: Esta corteza se aplica artificialmente para proteger el queso durante su almacenamiento, por lo que no son aptas para su consumo. Este tipo de corteza son comunes en quesos como el Gouda o el Edam.
Corteza de hojas o hierbas: Estas cortezas aportan un sabor adicional al queso porque se envuelve el queso con hojas de parra, castaño u otras plantas, o se cubre con hierbas y especias. Este tipo de cortezas son comestibles y suelen estar en algún queso azul como la Fueya.
Las cortezas del queso desempeñan un papel fundamental para la protección y definición del sabor y textura. Si es comestible o no, depende de los materiales utilizados y siempre se encontrará indicado en la etiqueta.