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Aumentan las poblaciones de abejas en 100 hectáreas de campos de cultivo gracias a un proyecto de Granja San Francisco y la asociación Abejas Silvestres


Cien hectáreas de paisaje natural alrededor de los cultivos, lo que equivale a una extensión de 140 campos de fútbol, han sido repobladas para las abejas; habitantes esenciales para la polinización de las cosechas y la conservación de los ecosistemas. Más de 100 agricultores se han convertido en arquitectos de un nuevo hábitat natural gracias al proyecto pionero HA-BEE-TAT, promovido por Granja San Francisco y la asociación Abejas Silvestres.

100 agricultores construyen 10 kilómetros de márgenes con flores

Agricultores de 100 fincas han ayudado a construir más de 10 km de márgenes de flores autóctonas en los cultivos, instalando nidos y puntos de agua para las abejas y favoreciendo la plantación de especies nativas que actúan como protección para los polinizadores.

Según explica Ignasi Bartomeus, investigador del EBD-CSIC y promotor del proyecto, tras un año de trabajo, los ecosistemas han atraído nuevas poblaciones de abejas: “Una buena parte de los agri-cultores han documentado cómo los márgenes plantados han atraído abejas y muchos de los hoteles de abejas se han ocupado, aumentando así los niveles de polinización de sus cultivos”.

Habitantes diminutos con un impacto colosal en el entorno natural

Este proyecto pionero de conservación ha sido promovido por la Granja San Francisco y coordinado por Abejas Silvestres y se han sumado entidades del ámbito agrícola y medioambiental. Tal y como explica Javier Coromina, portavoz de Granja San Francisco “HA-BEE-TAT aúna el esfuerzo de diferentes entidades y colectivos con el objetivo de preservar a las abejas, un grupo de especies pequeñas con un impacto gigante en nuestra alimentación y en el entorno medioambiental, así como para ayudar a mejorar la calidad de los cultivos”

Gracias a la plantación de al menos ocho especies de plantas autóctonas en los márgenes de los cultivos, se ha proporcionado a las abejas una fuente continua de polen y néctar durante todo el año, consiguiendo que la población sea mayor y más diversa. Las flores y hierbas perennes han ayudado a ahogar la maleza más nociva de los cultivos y a secuestrar más carbono atmosférico, contribuyendo a paliar los efectos del cambio climático.

La polinización, esencial para el futuro sostenible de la alimentación mundial

El 75% de los alimentos que se consumen dependen de la polinización, por ello proyectos como este apuestan por aumentar el número de abejas en los campos de cultivo para que las cosechas sean más estables y resistentes. “Si encontramos estrategias donde la producción agrícola y la conservación de los polinizadores vayan de la mano, en España hay más de 1000 especies de abejas silvestres dispuestas a ayudarnos”, defienden desde la Asociación Abejas Silvestres. Entre las especies nativas de Cataluña hay polinizadores muy eficientes como los abejorros, abejas cortadoras de hojas, los pequeños halíctidos y los solitarios andrénidos.

Cultivar el futuro de la agricultura con buenas prácticas de polinización

Los polinizadores están en peligro de extinción por la pérdida de hábitat, la escasez de alimentos, el uso indiscriminado de pesticidas o el cambio climático. Por ello, HA-BEE-TAT trabaja para impulsar el cambio de esa tendencia en los campos de cultivo.

Además de sensibilizar a los agricultores sobre la importancia de las abejas silvestres, se han reforzado sus capacidades con recursos como la guía Cultivando con polinizadores, con consejos para plantar variedades de plantas autóctonas y proporcionar a estas especies una fuente continua de polen y néctar durante todo el año. La guía da recomendaciones para proteger los nidos de las abejas silvestres que, a diferencia de las abejas melíferas o las avispas, no construyen panales y viven bajo tierra o en pequeñas oquedades de la madera.

En HA-BEE-TAT han participado asociaciones de agricultores y ecologistas como la Asociación para la defensa vegetal (ADV) de Lleida, la Fundación Emys de Girona, el Grupo de estudio y protección de ecosistemas catalanes (GEPEC) de Tarragona o el Centro de educación en naturaleza Cal Coll de Barcelona.

Proyectos como HA-BEE-TAT contribuyen a la misión de fomentar una producción agrícola que aproveche los procesos naturales de los polinizadores; estrategia que la FAO (agencia de las Naciones Unidas que lidera el esfuerzo internacional para poner fin al hambre) ha marcado como una de las vías para el futuro de una alimentación sostenible en el mundo.