Al día

Un oasis de langostinos en el interior: una proeza a 300 kilómetros del mar.

Innovación y frescura: los productos cien por cien naturales y ultrafrescos de Noray.

En España, la demanda de langostinos alcanza los 90 millones de kilos al año, lo que ha impulsado una industria consolidada en Galicia, Andalucía, Cantabria y Murcia. Esta deliciosa joya gastronómica encuentra su hábitat natural en el Mediterráneo, aunque puede ser encontrado en mares de todo el mundo. Nuestros hábitos culinarios, que privilegian el consumo de langostinos durante todo el año, ya sea en verano, cuando las costas se llenan de vida, o en invierno, cuando se convierte en el plato estrella de las fiestas navideñas, han contribuido a su popularidad.

El frescor de los alimentos, especialmente los frutos del mar, es un aspecto fundamental en la gastronomía. Es por eso por lo que las zonas costeras tienen el privilegio natural de comercializar productos de alta calidad. Por lo general, tanto los productos que se exportan como los que se importan, se comercializan congelados o tratados con sulfitos, un conservante regulado en España.

Sin embargo, en Noray, una empresa local con certificación ASC ubicada a 300 km de la costa, cerca de Medina de Campo, han desarrollado un sistema único de cría y pesca de langostinos en el interior. Durante nuestra visita a sus instalaciones, acompañados por José Rodríguez y su equipo de ingenieros, presenciamos de primera mano todo el proceso. Desde la clasificación de los embriones, donde se seleccionan los que se utilizarán como procreadores, hasta las más de 25 piscinas con capacidad de 2,500 litros cada una, mantenidas a una temperatura de alrededor de 29 grados Celsius. En estas piscinas, los langostinos se separan según su tamaño y desarrollo.

Los langostinos, de la especie subtropical blanco del Pacífico, se alimentan con pienso biológico y harinas de calamar, mejillón o pescado, y aumentan de peso semanalmente hasta alcanzar un máximo de 20 o 30 gramos.        

                                                       

La planta de Noray, que ha estado en funcionamiento durante más de diez años, produce alrededor de 50 toneladas al año de langostino blanco, destinado al mercado nacional.

En la planta de Noray, el ambiente se impregna de un aroma y humedad intoxicantes. Bajo la dirección de un equipo en su mayoría compuesto por mujeres, Rodríguez nos mostró una demostración de pesca en las piscinas.

La pesca se realiza según la demanda de los clientes, lo que garantiza que el producto llegue a su destino extremadamente fresco. Gracias a un adecuado sistema de refrigeración, tanto en camiones como en otros servicios logísticos y de construcción, que han sido contratados a empresas locales, los langostinos pueden mantener su frescura hasta siete días.

"En nuestro sistema de cría, no utilizamos aditivos en ninguna etapa del proceso de producción. Por lo tanto, obtenemos una calidad perfecta, ideal para su consumo en crudo, como sushi", afirman los responsables de Noray.

Además, garantizan que los langostinos se envasan en menos de una hora desde su captura, para que el producto llegue a su cocina en su punto óptimo de frescura. Un aspecto destacado del proceso implementado por Noray es el uso de agua local, salinizada con una sal preparada, en lugar de importar agua de otras zonas, lo que reduce la huella de carbono. Además, el agua utilizada en el proceso es reciclada, lo que lo convierte en una forma sostenible de cría de langostinos.

Con su compromiso de emisiones cero y su apoyo a la industria manufacturera local, Noray está impulsando el desarrollo de una zona que ya es conocida por sus bodegas y restaurantes de alta calidad, como la Gastro Bodega de Martín Berasategui, donde tuvimos la oportunidad de degustar estos ingredientes de primer nivel.

Gracias a Noray y a otras iniciativas similares, España continúa disfrutando de langostinos frescos y de alta calidad, cultivados y pescados tanto en las costas como en el interior del país.