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El proyecto vitivinícola de Familia Torres en el Priorat: de la diversidad a la singularidad


Familia Torres presentó el lunes, 3 de octubre, en San Sebastian Gastronomika, su proyecto vitivinícola del Priorat, integrado hoy por cuatro vinos que muestran la realidad de esta pequeña región tarraconense desde cuatro aproximaciones distintas. El enólogo Jordi Foraster, acompañado del sumiller Sergi Castro, dirigió la cata horizontal de los vinos de la añada 2019, que llevaba por título ‘Los Priorats de Familia Torres: de la diversidad a la singularidad’ y a la que asistieron más de cincuenta profesionales del sector.

Para Foraster, “el objetivo de Familia Torres en el Priorat es que cada uno de los vinos refleje fielmente el viñedo del que procede, de acuerdo con su localización, edad de las cepas y variedades plantadas”. Por ello, la propuesta empieza con un vino genérico como es Secret del Priorat, que es un claro ejemplo de la diversidad del Priorat en cuanto a municipios y variedades plantadas; estrecha el círculo con Salmos, un ‘Vi de Vila’ en este caso de Porrera; continúa con Perpetual, un vino centrado en viñas viejas; y cierra el círculo con un ejemplo de la máxima singularidad como es Mas de la Rosa, que procede de un único viñedo viejo de 1,9 hectáreas.

Tras una breve introducción de la DOQ Priorat, que se caracteriza por ser pequeña y heterogénea, ya que va de los 250 metros hasta los 500 de media (e incluso hasta los 750 metros, donde Familia Torres tiene su viñedo experimental dels Tossals de Porrera) y con un suelo particular especialmente pobre que da rendimientos muy bajos, Jordi Foraster explicó la añada 2019, que describió como “interesante y un poco atípica”. “Fue un año relativamente seco, llovió poco pero bien y esto favoreció el ciclo de maduración de la uva”, comentó.

Secret del Priorat fue ideado con el objetivo de reflejar la heterogeneidad de la región, jugando con variedades diferentes procedentes de viñedos a varias alturas repartidos por todo el territorio, para así obtener una imagen global de la región. “Queríamos presentar la región y lo hicimos calculando qué porcentaje varietal hay en el Priorat en la actualidad, y la pusimos dentro de un vino”, explica el enólogo. Con un cupaje de 40% cariñena, otro 40% garnacha, 10% syrah, 5% cabernet y 5% merlot, este vino procede de una colección de viñedos tanto de las zonas bajas y cálidas del Priorat como El Molar, El Lloar y Bellmunt, como de las más altas y frías, como Porrera, Torroja y Poboleda.

En cuanto a Salmos, certificado como Vi de Vila de Porrera a partir de la añada 2019, Foraster destacó las particularidades del viñedo del que procede este vino en la zona de Porrera, llamado La Giberga y plantado en los años 90 en terrazas, con una cima que alcanza los 550 metros de altitud. Debido a las diferencias de altitud y a sus zonas soleadas y sombreadas, este viñedo de garnacha y cariñena se cosecha a mano durante diferentes días, vendimiando cada parcela en su momento óptimo, unos lotes que luego se crían por separado durante 14 meses en barrica y un parte en fudre. “Hay un trabajo bastante meticuloso detrás, tratamos cada lote como si tuviera que ser un vino final”, explica Foraster. Foraster lo define como un vino “gastronómicamente muy interesante”, asegura su enólogo.

La principal particularidad de Perpetual es la edad de sus cepas, ya que procede de viñedos centenarios de cinco municipios de la región, con una producción inferior a los 1.000 quilos por hectárea. Foraster recordó que “el Priorat sólo tiene 160 hectáreas de viñas viejas”. La añada 2019 de este vino es la primera que incluye la mención ‘Vinyes Velles’, que pone en valor estos viñedos históricos. Para Jordi Foraster, “Perpetual es uno de esos vinos que garantizan la transmisión del legado de esta región”. Está elaborado con 85% cariñena y un 15% garnacha, un cupaje que refleja la proporción de variedades plantadas en los viñedos centenarios de los que procede. Históricamente, estos viñedos mezclados de cariñena y garnacha se vendimiaban a la vez, pero hoy en día se cosecha cada variedad por separado, en su momento óptimo. Es en la crianza en fudre cuando se mezclan las variedades, envejecimiento que dura 16 meses, aunque “el vino tiene suficiente entidad como para no necesitar aportes importantes de madera”, asegura Foraster.

Fue en la búsqueda de los viñedos centenarios destinados a la elaboración de Perpetual cuando Familia Torres descubrió Mas de la Rosa, el paraje que da nombre a su vino más icónico en la región. Es este viñedo único, plantado antes del 1939 y con rendimientos extremadamente bajos el que, según su enólogo, hace que este vino sea tan especial. “En Mas de la Rosa, dejamos que hable el viñedo y exprese su esencia, por lo que la intervención es mínima”, explicó Foraster. El resultado es un vino elegante, noble y sincero, que refleja de forma fiel y hedonista la tipicidad de la histórica finca homónima de Porrera de la que procede, donde crecen viejas cepas de garnacha y cariñena en costers de piedra llicorella. Mas de la Rosa 2019 ha obtenido recientemente 96+ puntos en la prestigiosa publicación Wine Advocate.

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