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El Museo del Jamón reabre Gran Vía, uno de sus establecimientos emblemáticos


La tercera generación de la familia Muñoz sigue al frente de uno de los negocios que forma parte del paisaje de la capital de España, el Museo del Jamón, y arranca septiembre recuperando uno de sus locales más emblemáticos, el de la Gran Vía. Situado en la principal arteria de Madrid, vuelve a estar presente a partir de ahora en la vida gastronómica de la ciudad para seguir escribiendo su historia.

El espacio, de más de 700 metros, ha sido sometido a una reforma integral en la que han invertido más de un millón de euros para seguir ofreciendo a sus clientes los mejores productos, pero también mejorar su experiencia. El resultado es un local dividido en tres zonas: la de barra, que es el centro de su oferta, acompañada de la de charcutería -corazón de este negocio familiar-; por otro lado, la de restauración y una tercera a otro nivel en la que, además de degustar el mejor jamón y los platos estrella de la casa, habrá cabida para la interacción cultural, ya que está pensada para albergar tanto exposiciones como actuaciones en directo.

“Es una alegría volver a abrir las puertas de un local tan vinculado a la historia del Museo del Jamón. Se abrió por primera vez en 1984 y forma parte de esos locales emblemáticos del grupo. Y, la verdad, estando tan vinculados a Madrid, tenían que permanecer en la Gran Vía”, dice Luis Alfonso Muñoz, CEO y portavoz de la tercera generación de jamoneros. Con esta apertura, esta rama de la familia quiere rendir homenaje a su padre, Francisco Muñoz Heras, fallecido el año pasado y gran precursor de este establecimiento.

Un pasado histórico, un presente sólido y un futuro centrado en el crecimiento

Esta reapertura reafirma la buena marcha empresarial del Museo del Jamón, nacido en 1978, y que ya va por la tercera generación familiar al frente de un negocio que se ha consolidado no solo como un clásico de la ciudad de Madrid, también como una empresa sólida.

Tras la pandemia, Luis Alfonso Muñoz, se muestra optimista ante al futuro, porque como bien explica, “el negocio goza de muy buena salud debido a que hemos sido siempre muy cautelosos con nuestra forma de crecer y lo hemos hecho de forma independiente”. Las previsiones para 2022 son, si la situación global no lo impide, volver a los niveles de facturación de 2019, es decir, de antes de la pandemia. 

El secreto puede estar en lo que explica Luis Alfonso Muñoz: “Nunca nos hemos apalancado ni financiado externamente para crecer, lo cual nos permite que en situaciones delicadas como la crisis financiera de 2008 o la pandemia, seamos capaces de capear el temporal y resistir”.

El resultado es que, no solo han recuperado su actividad habitual tras la pandemia, sino que abren un nuevo espacio en el que un equipo de unas 25 personas se encargará de atender las necesidades de los asiduos a un espacio que se suma a los éxitos del resto de establecimientos, que reciben cerca de cuatro millones de visitantes al año.

Producto de calidad al mejor precio

Estos visitantes son los responsables de otras cifras de vértigo: las de consumo de jamón. Calculan que son cerca de 300.000 kilogramos los que los visitantes del museo consumen o se llevan a sus casas. Porque esa es otra de las singularidades de este negocio, que además de degustar el producto en el local, dispone también de charcutería, abierta hasta las 23 h y en la que queda patente su apuesta por el producto de calidad.

Sus jamones cubren todo el espectro de categorías. Hay serranos que llegan bajo la marca propia Tío Felipe, pero también Duroc e ibéricos de una calidad incontestable que llevan la vitola de la casa, El Piornalego. Todo ello con una relación calidad precio imbatible que ahora volverá a poder disfrutarse también en Gran Vía.