Al día

La López Ibor alerta de un repunte del consumo de alcohol y de los efectos de un posible desabastecimiento

El consumo diario de alcohol en España registra un incremento (8,8%) por primera vez desde 2011, rompiendo su tendencia decreciente, según el último informe del Ministerio de Sanidad de 2021 sobre ‘Alcohol, tabaco y drogas ilegales’. Los expertos de la Clínica López Ibor coinciden con este diagnóstico y alertan en el Día Mundial sin alcohol, incitativa de la Organización Mundial de la Salud (OMS), sobre un repunte de las consultas por adicción de esta peligrosa sustancia tan normalizada en nuestra sociedad.

“Las bebidas alcohólicas son un producto de acceso libre para cualquier persona que alcanza la mayoría de edad. Todos sabemos que puede adquirirse de forma sencilla e inmediata en cualquier establecimiento de nuestro país, e incluso, forma parte de nuestra cultura gastronómica y actividades ligadas tradicionalmente con el ocio. Todo esto, facilita que normalicemos su ingesta e incluso que la tratemos de manera muy distinta al resto de sustancias adictivas y de abuso, lo que interfiere en los tratamientos”, explica Pedro Neira, psicólogo especialista en adiciones de Clínica López Ibor.

Cada año se producen 3 millones de muertes en el mundo debido al consumo nocivo de alcohol, lo que representa un 5,3% de todas las defunciones, según la OMS. Su consumo es el causante de que haya 200 enfermedades, como la cirrosis hepática y algunos tipos de cáncer y/o enfermedades cardiovasculares y también del desarrollo de trastornos mentales y comportamentales, incluido el alcoholismo.

En España, se mantienen elevadas cifras de consumos abusivos del alcohol no solo a las comidas, sino también, a los fines de semana, a la mezcla de bebidas e incluso, añadiendo el consumo de otras drogas. El consumo de alcohol en atracón (binge drinking) mantiene en general una tendencia ascendente desde 2007 y se sitúa actualmente en el 15,4%, según el Ministerio de Sanidad. Entre los jóvenes, casi la mitad de los estudiantes se han emborrachado en el último año y la tasa media de iniciación al alcohol se mantiene en los 14 años.

“El tratamiento de las adicciones presenta un gran reto social que desemboca una gran mayoría de las veces en lo que se conoce como patología dual, el desarrollo simultáneo de trastornos mentales además de la adicción”, añade Pedro Neira. Los expertos alertan además de la necesidad de estar preparados para afrontar las consecuencias psicológicas en perfiles afectados por una adicción ante  posibles casos de desabastecimiento de determinados tipos de alcoholes por la crisis de stock mundial.

DOS VARIABLES PARA TRATAR LAS CONDUCTAS ADICTIVAS:

1- La conciencia de problema: las personas, al consumir la sustancia, buscan una función en su vida que no están sabiendo cubrir de otra manera, comprendiendo el funcionamiento de estas conductas adictivas sin entrar en distorsiones o justificaciones que las mantienen.

2- La motivación al cambio: tras haber tomado esta conciencia, generar y ver motivos razonables para llevar a cabo los cambios necesarios en el estilo de vida y la forma de interpretarla que dificulten la realización de dicha conducta y fomenten la funcionalidad y calidad de vida de las personas.

Pedro Neira comenta que “los efectos de todas las sustancias afectan de forma similar sobre nuestro sistema de refuerzos y castigos. O bien generan una gratificación, o alivian un malestar de forma inmediata. Por ello, es este uno de los motivos por los que pensar que los problemas de adicción no pueden verse como fenómenos aislados a una sustancia. Y por ello, es frecuente que las recaídas en este tipo de problemas no vengan con la conducta o sustancia que había generado problemas inicialmente. Por ejemplo, abandono el consumo de cannabis pero comienzo o mantengo consumir alcohol, en este caso el alcohol puede convertirse en un sustituto y cubrir la función que buscaba en el cannabis y por lo tanto, mantener e incrementar el consumo de esta sustancia que se percibe como menos nociva y facilitando la vuelta al consumo de mi sustancia inicial”.

¿Qué efectos tiene sobre nuestro cuerpo y nuestra salud mental?

Cabe destacar que el alcohol se considera un depresor, afectando a nuestro sistema nervioso central. “Nuestro cerebro está protegido por una barrera (barrera hematoencefálica) que no permite el paso de los tóxicos desde la sangre. No obstante, la composición del alcohol, hace que este pase al cerebro de forma rápida. Las primeras estructuras afectadas se encuentran en la parte frontal del cerebro. El lóbulo frontal es el encargado de manejar la inhibición de los impulsos o la visión de futuro. Todo ello, unido al fácil acceso a esta sustancia, hace de ella la puerta de entrada a muchas recaídas y uno de los principales inicios de fracasos en el tratamiento de otras conductas adictivas” concluye Pedro Neira.