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Josep Borrell advierte: “Europa debe reafirmar su autonomía en un mundo cada vez más fragmentado”

El ex Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad analiza en el 40º Congreso AECOC de Gran Consumo los desafíos del continente ante un orden internacional multipolar.

El escenario geopolítico global ha cambiado profundamente, y Europa se enfrenta a una etapa en la que el poder, más que las normas, define las relaciones internacionales. Así lo ha señalado Josep Borrell, ex Alto Representante de la Unión Europea para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, durante su intervención en el 40º Congreso AECOC de Gran Consumo, donde ofreció una reflexión sobre el papel de Europa en el nuevo orden mundial.

Borrell advirtió que el planeta “ha pasado de un sistema basado en reglas a otro definido por la competencia de poder”, en el que las instituciones multilaterales pierden influencia y la gobernanza global se muestra más fragmentada, incierta y difícil de gestionar. “Vivimos en un mundo más multipolar, más inestable y menos predecible”, resumió.

Un tablero internacional de potencias en tensión

El ex Alto Representante describió la actual configuración mundial como un tablero multipolar, donde China se consolida como gran potencia industrial, mientras que Estados Unidos mantiene su hegemonía financiera gracias a la fortaleza del dólar y a su influencia en los organismos internacionales. En este equilibrio cambiante, Europa se ve obligada a redefinir su papel para no quedar relegada a un segundo plano.

Borrell identificó tres grandes “shocks” geopolíticos que han marcado la última década y que condicionan el futuro del continente:

  1. La invasión rusa de Ucrania, que ha puesto a prueba la seguridad europea y ha revelado la vulnerabilidad energética del continente.

  2. La erosión del consenso transatlántico, con un Estados Unidos que prioriza su política interna y que, a juicio de Borrell, ha reducido su compromiso global.

  3. El surgimiento de un orden posoccidental, en el que emergen nuevos polos de poder en Asia, África y América Latina, desafiando la hegemonía histórica de Occidente.

“Europa debe aprender a actuar por sí misma y no depender de la protección ajena”, afirmó el diplomático, insistiendo en que la autonomía estratégica ya no es una aspiración, sino una necesidad urgente para garantizar la estabilidad, la seguridad y la competitividad del continente.

Lecciones de la pandemia: independencia industrial y tecnológica

Durante su intervención, Borrell recordó también el impacto que tuvo la pandemia de Covid-19, un episodio que reveló la dependencia europea de proveedores externos en sectores estratégicos como la sanidad, la energía y la tecnología. “La crisis sanitaria demostró que Europa no puede seguir siendo tan dependiente de terceros países para el acceso a suministros críticos”, subrayó.

En su opinión, la experiencia de aquellos meses debe servir como impulso para reforzar la soberanía industrial y tecnológica del continente. “Necesitamos una Europa capaz de producir lo que consume, innovar en lo que desarrolla y proteger lo que crea”, añadió, reclamando una reindustrialización inteligente basada en la innovación, la sostenibilidad y el talento.

Desinformación y erosión democrática: el otro frente

Más allá de los desafíos económicos y estratégicos, Borrell alertó sobre una amenaza menos tangible, pero igualmente preocupante: la degradación de la democracia y la crisis de la verdad. En su análisis, el auge de la desinformación y la manipulación digital está alterando las reglas del juego político y social, debilitando la confianza ciudadana y polarizando las sociedades europeas.

“Hoy las guerras también se libran en el terreno de la información. El control del relato es una forma de poder”, advirtió, al tiempo que subrayó la urgencia de reforzar la alfabetización mediática y promover un espacio digital más transparente y responsable.

Un llamamiento a la acción

Para afrontar este conjunto de desafíos, Borrell defendió una revisión profunda del marco regulatorio europeo, con el fin de reducir la burocracia, ganar flexibilidad y aumentar la competitividad. “Europa no tiene un problema de falta de talento ni de recursos, sino de exceso de trabas y lentitud en la toma de decisiones”, afirmó.

El ex Alto Representante concluyó con un mensaje optimista, subrayando que los problemas del continente “son graves, pero no irresolubles”. Con voluntad política, cooperación y una visión estratégica compartida, aseguró, Europa puede recuperar su papel como actor relevante y fiable en el nuevo escenario globa