A lo largo de las pruebas de campo se han utilizado drones de largo alcance para mapear las zonas críticas y rotores automatizados capaces de detectar y fumigar las zonas infectadas.
El proyecto tiene la misión de desarrollar a corto, medio y largo plazo una metodología dron que permita sobrevolar zonas remotas, peligrosas e inaccesibles en búsqueda de langostas en fases tempranas para facilitar la identificación y control de focos de plagas. Además, se contempla formar e instruir a los equipos de técnicos y especialistas en langostas del desierto para que puedan desempeñar su trabajo de un modo más eficiente y sobre todo seguro en condiciones extremas; así como ofrecer una solución accesible para los más de 30 países afectados por las plagas de dicho insecto.
Estas plagas de langostas del desierto (schistocerca gregaria) son una de las más peligrosas y destructivas del mundo, especialmente por los daños que causan en los recursos agroalimentarios. Durante la plaga del 2003-2005 se produjeron pérdidas de hasta el 100% en cereales, 90% en legumbres y 85% de pastos. Se necesitaron aproximadamente 570 millones de dólares y 13 millones de litros de pesticida. Los gastos que ocasionó habrían sufragado 170 años de prevención.
“Un día ves un campo de naranjos completamente verde, repleto de frutos y 24 horas después solo el tronco del árbol, un esqueleto”, comenta Lluís Alejo, piloto comercial, formador e instructor en Hemav, que participó durante seis meses como piloto fumigador en Marruecos durante la plaga de la langosta del 2003.
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