Don Fadrique: La familia Sánchez Monje

“Aquí se viene a vivir... aquí se viene a soñar.”

Los dos hermanos sintieron desde muy jóvenes la vocación de la hostelería, “aparcando sus carreras profesionales” para dedicarse a ella en cuerpo y alma.

Los hermanos Sánchez Monje

Manuel y Nicolás Sánchez Monje en su restaurante «Don Fadrique».

 

Los hermanos Sánchez Monje son las figuras detrás de Don Fadrique. Con un largo recorrido en el mundo de la restauración y pese a tener unos estudios superiores totalmente ajenos a ella, finalmente decidieron seguir su vocación y formarse en lo que realmente les gustaba, la hostelería.

 

Siendo solo unos adolescentes -de 15 y 14 años, respectivamente-  y mientras continuaban con sus estudios secundarios, abrieron un bar que ellos atendían los fines de semana, teniendo contratado personal para hacerlo el resto de días. Actualmente, este local está alquilado, siendo la primera base para crear el patrimonio que les ha permitido llegar al restaurante actual.

 

La familia

La familia Sánchez Monje.

 

Hay dos personajes que son la clave de esta historia, ellos son Nicolás Sánchez Sánchez y Ángela Monje González, sus padres. Dos pilares fundamentales para el desarrollo del negocio:

 

 

La gastronomía

Ellos mismos la definen como “la proyección de nuestra experiencia hacia una cocina de sensaciones, cuyo principal elemento es el producto estacional”. Aúnan experiencia, conocimientos y evolución para desarrollar una cocina fresca de temporada y una cuidada presentación para el disfrute de los sentidos, dándole especial relevancia a los extraordinarios productos que proceden de la tierra salmantina.

 

Los menús y la carta

De izquierda a derecha y de arriba abajo: (1) Cordero lechal al barro con apionabo y setas. (2) Aceituna negra rellena de queso y anchoa. (3) Limón serrano. (4) Berenjena con grasa vegetal y su caldo.

Para disfrutar de la experiencia gastronómica, se puede elegir entre uno de sus tres menús:

 

De este menú, Nicolás Sanchez Monje destaca el Bacalao de huerto, una de las muchas recetas en las que los monjes carmelitanos preparaban este alimento, la única proteína que consumían.

 

 

También se ofrece la posibilidad de comer a la carta, en la que se encuentran platos extraídos de los propios menús, clásicos mantenidos por su éxito entre los comensales…