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Sembrar al filo del invierno. Rutinas a tener en cuenta para obtener cosechas sanas y rentables en primavera

No solo de luz y calor viven los campos y las semillas. Tanto es así, que muchos cultivos españoles arrancan su proceso de siembra de octubre a febrero, meses pródigos en bajas temperaturas y alta humedad tan del gusto de algunas especies agrícolas como las leguminosas, que además ayudan a fijar el nitrógeno del suelo y a mantener la tierra biofertilizada. Asimismo, sembrar en estas fechas apareja otras ventajas como la disminución del riego o la menor presencia de plagas.

Actualmente, un tercio de los agricultores españoles aprovecha los meses previos a la primavera para realizar la siembra, siendo el maíz, la remolacha azucarera o las patatas los cultivos de preferencia en febrero. También gramíneas como el trigo, la avena, la cebada o el centeno y cultivos de forraje como la alfalfa o el raygrass.     

De cara a tener éxito en estos sembrados, se recomiendan algunas acciones previas:

Revisión y selección de semillas

Es conveniente, antes de la siembra, contar con suficiente provisión de simiente que, además, se adapte a las características y estado del suelo. De otro lado, los tests de semillas previos a la siembra (como las pruebas de germinado) también aportarán una información valiosísima a la hora de predecir su viabilidad. Y ayudarán a descartar, si es el caso, partidas de simientes que estén al final de su potencia germinativa o sean débiles para evitar la producción de cosechas escasas, con defectos genéticos o con falta de vigor en su ciclo de crecimiento.

En este sentido, soluciones basadas en agricultura de precisión pueden ayudar al productor a optimizar la viabilidad de las semillas adecuando la profundidad del plantado a cada tipo de simiente. Como señala Krzysztof Stopa, CEO de SatAgro, “esto se puede controlar gracias al escaneo electromagnético del suelo, que también aporta información de sus propiedades hidrológicas”.

Respecto a la cantidad de grano, Stopa indica que “se pueden crear mapas de prescripción para ello a partir de datos con el modelo de terreno o mapas de zonas de gestión, que pueden ser creados a partir de series temporales de imágenes en SatAgro”. 

Corte de malezas

Estas suelen compartir, en mayor o menor medida, un espacio común con las especies cultivadas. Y pueden generar, por su porcentaje y volumen respecto a la tierra sembrable, hasta un 70% de pérdidas en el rendimiento agrícola.

La presencia de malezas constituye un problema permanente en algunos cultivos (como la patata), que se agrava por el hecho de que el agricultor se acostumbra a su presencia y no pone en práctica medidas de prevención con métodos de control adecuados.

Asimismo, las malezas albergan insectos y otros patógenos y roban nutrientes, espacio vital, agua y luz a los cultivos incipientes durante el periodo crítico de competencia, que en el caso de las patatas va desde los 20 a los 30 días después de su emergencia.  

Preparación del terreno y análisis de suelo

Tan importante como una buena planificación de semillas y la eliminación de malezas del campo a sembrar es la comprobación del estado del suelo agrícola. Que ayudará, entre otros aspectos, a verificar que tiene los nutrientes necesarios para asegurar la siembra y la posterior cosecha. En este sentido, es básico hacer una buena toma de muestras, ya que no es lo mismo analizar la superficie de la tierra que hacerlo a 50 o 90 centímetros de profundidad.

Los principales parámetros a tener en cuenta a la hora de muestrear el suelo agrícola serán la textura, el pH, la abundancia de los diferentes micro y macroelementos o la cantidad de materia orgánica presente en el mismo.

Aplicación de fertilizantes

Además de los superfosfatos, se aconseja incluir fertilizantes orgánicos como el estiércol de caballo, que aporta al suelo potasio, nitrógeno y fósforo y mantendrá la tierra repleta de nutrientes hasta la primavera.

Para favorecer el ahorro de estos insumos, tecnologías como la agricultura de precisión también resultan extremadamente útiles para el productor. Ayudándole, como subrayan desde Satagro, “a monitorizar el campo antes de la siembra, a crear mapas de siembra óptimos para los cultivos en este momento crítico y a minimizar el riesgo de pérdidas productivas en las próximas cosechas”. Estas soluciones, que han venido para quedarse y darle músculo a campos, semillas y cosechas, van un paso más allá permitiendo también, como indican desde SatAgro, “la fertilización orgánica de precisión”.