Al día

El sector del vinagre advierte una campaña difícil

A la espera de que el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente haga públicas las cifras de producción vitivinícola, el sector analiza los datos que se conocen a través de las publicaciones especializadas referidos a los precios de compra de la uva.

Desde la Asociación Española del Vinagre (AEVIN) y a la vista de los primeros datos de la nueva vendimia analizábamos la situación de campo. Con una lluvia escasa en el momento más esperado y las específicas condiciones de temperatura previas a la vendimia en zonas concretas, se obtenía un desigual volumen según regiones, si bien la previsión del total español se situaba algo inferior que la campaña pasada. Dentro de lo previsible y que parecía conducir a la relativa estabilidad en relación con la serie de campañas anteriores, situando una media productiva nacional en torno a los 40 millones de hectolitros. También destacábamos en nuestras valoraciones el efecto inicial y de futuro de la entrada paulatina en producción de las plantaciones que han sido objeto de reestructuración y reconversión, como otra herramienta que facilite al viñedo español alcanzar y mantener la competitividad, la diversificación y el equilibrio.

La evolución de la campaña 2016/2017 poco tiene que ver con los elementos conocidos y la situación actual. En apenas unas semanas, sin que se tenga noticia de situaciones imprevistas, debacle fitosanitaria o del mercado internacional, el comportamiento sobre el precio de la uva desconcierta las previsiones de los operadores, nacionales e internacionales. La traslación inmediata de incremento en el importe de la materia prima del vinagre, tomando como muestra las variedades de vino más comunes como tempranillo y airén, supone una media entre el 25 y el 35%.

Es muy difícil determinar las causas de una subida de precios tan marcada, pero sin embargo es sencillo determinar las consecuencias que ya afectan al sector del vinagre. Vendría a ser el primer indicador vitivinícola de la campaña de cómo repercuten las situaciones en todos los operadores de la cadena alimentaria, desde los elaboradores a los distribuidores.

A nivel nacional, y en la apartado de consumo, las grandes superficies y centros de distribución deben estar al tanto de la evolución de la campaña. El consumidor debe seguir teniendo a su disposición el vinagre español con la variedad y referencias con la que ahora se presenta, tanto de calidad como de cumplimiento de la normativa, en especial de seguridad alimentaria. Como se realiza desde hace varias campañas, se mantiene la colaboración desde AEVIN con el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente (MAPAMA) y con otros centros autonómicos, realizando las actividades que garanticen el cumplimiento de elaboración y comercialización del vinagre en los lineales. La repercusión de semejante subida de precios de la materia prima, afecta a toda la cadena alimentaria del producto desde la elaboración a la comercialización. Así, y conforme la actual Ley 12/2013 de medidas para mejorar el funcionamiento de la cadena alimentaria, el incremento en origen del producto obliga al sector de la distribución a comprender este escenario cumpliendo con la normativa que prohíbe expresamente las ventas por debajo de las cotizaciones en origen y de los costes de producción. En España contamos con la Agencia de Información y Control Alimentarios (AICA) que desarrolla activamente la inspección y control coercitivo sancionador ante las conductas que infringieran las disposiciones, que dañan el sector y la competencia leal entre operadores.

En el mercado internacional la exportación el vinagre de vino español va a sufrir un inevitable frenazo con la pérdida de los esfuerzos realizados durante muchos años y los logros conseguidos tanto en competitividad como en internacionalización. El súbito cambio de un elemento clave sin situaciones que lo prevean supone una variación grave. Nuestros principales compradores (Francia, Reino Unido, Italia, Países Bajos y Estados Unidos) se dirigen a otros proveedores internacionales que no les sorprendan con estas inasumibles variaciones que rompan una razonable estabilidad.

Como en su día valoró AEVIN, la campaña de 2015 supuso para el vinagre de vino español la exportación de cerca de medio millón de hectolitros. Esto marcaba respecto del año 2014 un aumento del 35,31% en cuanto a volumen y un 12,32% en valor. Tendencia creciente de las ventas al exterior que venía manteniéndose de forma consolidada. En la categoría de vinagre de vino envasado se incrementó su precio medio en un 2,64%. Y dentro de éste, se destaca el producto gourmet cada vez más solicitado.

Estos valores de crecimiento, tanto en volumen como en valor, suponen el fiel reflejo de la confianza que la distribución y los consumidores internacionales depositan en nuestro vinagre y de la versatilidad de su uso. El valor añadido de este producto vitivinícola, siguiendo en el apartado del consumo, es su amplia aplicación alimentaria, ya que puede consumirse tanto como ingrediente directo, como de acompañamiento en otras elaboraciones culinarias. La posición del vinagre apreciado por el consumidor final, como venimos comprobando, es del efecto llamada a otros alimentos españoles, asociando directamente una dieta moderna, sana, equilibrada y natural.

Sin embargo, esta campaña 2016/2017 que ahora se nos se presenta y con tan importante modificación va a suponer una clara ruptura con nuestra sostenida tendencia alcista. Por mucha diversificación del potencial vitivinícola que se pretenda, si trasladamos a nuestros productos finales unas subidas inasumibles, que no permitan competir en un mercado global y sin tener herramientas de diversificación y equilibrio funcionando, el resultado será un problema encadenado.

Desde AEVIN y tal como está avanzando la campaña advertimos estos signos preocupantes que trazan un año perdido que acaba de empezar, en el que veremos cómo se pierden clientes internacionales -que tanto costó afianzar- y en el que sólo resta tratar hacer comprender a todos los operadores de la cadena, desde elaborador a distribuidor, que el sector vitivinícola -una vez más- ha vuelto de forma inexplicable a los dientes de sierra dando muestras de improvisación y falta de cohesión sectorial.

Las situaciones poco previsibles alejan a todos los operadores españoles de la competitividad internacional. Y aunque esta campaña se presenta muy difícil para nuestro sector, deberemos hacer un seguimiento de lo que ha pasado, determinar sus causas y dar razón que explique cómo un país que lo tiene todo para liderar el sector vitivinícola a nivel mundial se esfuerza en relegarse a las últimas posiciones.