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Andy, ‘El Flaco’, un paso más allá de la fusión


Suecia lo vio nacer y el mundo crecer: El Congo, Suiza, Reino Unido, Tailandia, Australia, Israel, Grecia, España… países muy distintos, con culturas dispares y una gastronomía llena de sabores con poco en común. Eso sí, el ‘corazón culinario’ de Andy Boman es tailandés. Sus especias, curris, salsas y elaboraciones lo enamoraron desde el primer momento, por eso son la base de su cocina, y a partir de ahí, ‘sazona’ el mundo. Y es que este ‘joven flaco’ da un paso más allá de la fusión. Para descubrirlo, su nuevo restaurante, El Flaco (Javier Ferrero, 8. Madrid. Tel. 91 199 65 02. www.elflaco.es), que acaba de abrir sus puertas en una escondida calle de Prosperidad.

Este trotamundos, más que conocido por los amantes de la cocina thai por el que fue su primer proyecto Gingerboy, propone en El Flaco una carta con reminiscencias tailandesas fusionadas con platos internacionales. Una docena de propuestas, acompañadas por alguna sugerencia del día que sorprenden por sus curiosos nombres, originales mezclas y su espectacular sabor…

Rollitos vietnamitas vegetarianos, suena a lo de siempre, pero no, son los de Andy, 100% vegetarianos con mango verde y un toque se sésamo. Lo mismo puede ocurrir con el Rollito crujiente de pato Pekín, pero la principal diferencia está en que aquí hacen el pato sólo para hacer estos exquisitos rollitos. El clásico Satay de pollo, te hará desear llevar una barra de pan en el bolso para mojar la increíble salsa de cacahuete. Porque en El Flaco todo es casero y cada una de las salsas, que son la esencia de la cocina de Boman, está elaborada durante horas e incluso días con mucho cariño y dedicación. No falta el tan de moda Bao, en este caso, de panceta confitada en caldo cantonés, del que sirven dos unidades por ración que no apetece compartir, aunque este restaurante esté pensado para ello. Seguimos, por citar solo alguna más de las opciones, un Curry verde de Mar con albahaca thai o un Tataki de salmón con sésamo y salsa ponzu… Ah, aquí hay que dejar sitio para el postre. El Flaco Mess -el ‘desorden’ de Andy y como tal se presenta en el plato- será el colofón perfecto, fiel reflejo de la fusión que se sirve, y que sorprenderá a los sentidos.

A todo esto hay que sumar las originales presentaciones, llenas de color, y los competitivos precios. Para los que duden, un completísimo y abundante Menú degustación elaborado con los platos de la carta y que incluye cuatro entrantes, un principal y un postre por 40 €. Para acompañar la oferta, una selección de vinos que presta especial atención a blancos y rosados -compañeros perfectos de estas recetas- y también cervezas. En sala hay un amable equipo que explica los platos y aconseja a la hora de elegir. Sobre el picante, comentar que en El Flaco se sirve el justo para disfrutar de ese toque tan especial que tiene la cocina thai y en las recetas que lo admitan, se puede añadir más si el cliente lo desea.

Ante semejante puesta en escena, el espacio no se iba a quedar atrás. Está dividido en tres zonas con ambientes bien diferenciados y con una gran cocina vista al fondo del local. Un bonito mural con el dibujo de Kaori-Chan, una mujer oriental que nos recuerda hacia dónde vamos o de dónde partimos; las lámpara-wok y los palillos en las mesas nos dan más pistas de lo que allí se cuece; y los manteles de lino y la vajilla dejan claro que está cuidado hasta el más mínimo detalle.

El Flaco (www.elflaco.es) es en definitiva una experiencia en cada bocado que solo se puede explicar probándolo. Su precio es asequible tanto a la carta -30 €- como si se opta por el Menú del día -13´90 €-. Además sirven un espectacular Menú degustación por 40 €, para tener una visión global de la cocina de Andy, perfecto para comer o cenar cualquier día o para celebrar algo especial en pareja o con amigos el fin de semana. Con capacidad para 60 personas, más 6 en los taburetes de la coqueta barra, abre de martes a sábado de 13:30 a 16:00 y de 20:30 a 00:00 horas y los domingos solo a mediodía. Una propuesta original y explosiva para repetir y repetir y repetir. Porque además, estos sabores de oriente, y más aún tras pasar por las manos de Andy… crean adicción.